HISTORIA DEL DETERIORO AMBIENTAL EN CENTROAMÉRICA Y EL SALVADOR
Los rasgos generales de la región se pueden definir como: clima tropical, terreno
ístmico estrecho, flora y fauna transicional entre América del Norte y del Sur, un largo eje
volcánico con fallas sísmicas asociadas, una cadena montañosa central que
disminuye en altitud de norte a sur, contrastantes tierras bajas en el Pacífico y en
Atlántico, depresiones de oeste a este y agrietamientos, abundancia de recursos
exóticos como jade, obsidiana, cacao, plumas, pieles, tintes, entre otros.
A grandes rasgos, el contraste ecológico fundamental de Centroamérica es, sin lugar a
dudas, aquél existente entre las tierras altas y las tierras bajas. Este contraste, divide a
Centroamérica en dos zonas ecológicas distintas, usualmente referidas como "tierra
templada" y "tierra caliente". Los países Centroamericanos por la zona geográfica
donde se encuentran ubicados han sido afectados por intensos huracanes y frecuentes
sequías entre otros fenómenos naturales como; erupciones volcánicas, terremotos,
etc., que han ocasionado desastres naturales modificando así los ecosistemas de la
zona.
En El Salvador la cadena volcánica está localizada en una depresión transístmica y las
cuencas y valles son a la vez bajos (Chalchuapa, Zapotitlán, Ilopango). No obstante lo
más característico de El Salvador se encuentra en el área natural de Tierras bajas del
Pacífico. La mayor parte de las tierras altas del oeste pertenecen a la división de
Tierra Templada, siendo en su mayoría subhúmeda.
El territorio que hoy día ocupa El Salvador se extiende a lo largo de cuatro franjas
geológicas que corren paralelas al mar: la planicie costera, la cadena volcánica, la
depresión interior y el sistema montañoso del norte. El río Lempa corta el territorio en dos
grandes áreas que, desarrollaron cada una sus propias características culturales
durante un largo periodo de su historia prehispánica, lo que favoreció el comercio y la
difusión de rasgos culturales entre un área y otra.
Las cenizas que con frecuencia expulsaron los numerosos volcanes de El Salvador
destruyeron cosechas y pusieron en movimiento a comunidades completas, pero
también formaron nuevos suelos y abonaron las tierras que tras largos años de
producción agrícola agotaban sus nutrientes. No es de extrañar que los suelos que se desarrollaron y se renovaron con depósitos de este tipo hayan sido siempre los más
codiciados, como tampoco lo es el que la mayor parte de los sitios arqueológicos de El
Salvador se encuentran justamente en las zonas que fueron en algún momento
afectadas por actividad volcánica. Sobre estos suelos generosos se practicó una
agricultura extensiva, de roza y quema y, menos frecuentemente, de riego. Con el
tiempo las comunidades se hicieron cada vez más dependientes de las plantas que
cultivaban y menos de los frutos silvestres y de la caza. Nuevas variedades de plantas
crearon condiciones para el crecimiento poblacional y, con ello, aumentó la presión sobre
los recursos naturales.
increible el cambio debe empezar ya
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